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La Red Transeuropea de Transportes (RTE-T) es un concepto de carácter político y técnico creado por la Unión Europea a través de la Decisión 1692/96/EC del Parlamento Europeo y el Consejo del 23 de julio de 1996[1], "sobre las orientaciones comunitarias para el desarrollo de la red transeuropea de transporte", para designar una malla de ámbito europeo capaz de potenciar la creación de un mercado único europeo a través de la eliminación de obstáculos de todo tipo al libre flujo de personas y mercancías, a través de las fronteras interiores entre los estados miembros.

No debe confundirse la Red Transeuropea de Transportes con los Proyectos Prioritarios de la Red Transeuropea de Transportes, actuaciones que la Comisión Europea considera de carácter estratégico para el conjunto de la Red, y que son premiadas por ello con ayudas directas (en forma de subvención) o indirectas (en forma de créditos del Banco Europeo de Inversiones) a los Estados miembros que las ejecutan.

Es frecuente referirse a ella también en plural, bajo la denominación de Redes Transeuropeas de Transportes. Esta calificación es sin embargo errónea, pues la de Transportes es en realidad sólo una de las tres Redes Transeuropeas definidas por la Unión Europea[2] (junto con la de Energía y la de Telecomunicaciones).

Objetivos[]

Los objetivos de la red transeuropea de transporte (RTE-T) son los siguientes[3]:

  • garantizar una movilidad de las personas y de los bienes;
  • ofrecer a los usuarios infraestructuras de calidad;
  • basarse en el conjunto de modos de transporte;
  • posibilitar una utilización óptima de las capacidades existentes;
  • interoperabilidad en todos sus elementos;
  • ser viable desde el punto de vista económico;
  • cubrir el conjunto de la Comunidad;
  • prever su ampliación hacia los Estados miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), los países de Europa Central y Oriental y los países mediterráneos.

La red transeuropea de transporte está compuesta por infraestructuras (carreteras, vías férreas y navegables, puertos, aeropuertos, medios de navegación, plataformas intermodales, canalizaciones de productos, etc.) y por los servicios necesarios para el funcionamiento de esas infraestructuras.


El proceso de revisión de la RTE-T[]

La Comisión Europea formuló en 2009, a través del 'Libro Verde acerca el futuro de la política europea sobre la Red Transeuropea de Transportes', un proceso general de revisión de las directrices de dicha política, con el objetivo de intentar convertirla en una realidad efectiva y cuyos beneficios fuesen visibles para los ciudadanos de la Unión Europea.

El Libro Verde[]

En ese sentido, la Comisión reconocía en la introducción de dicho Libro Verde [4] que la gran amplitud de los objetivos planteados en 1996 había impedido cumplirlos íntegramente con los instrumentos disponibles, a pesar de una inversión acumulada que cifraba en 400.000 millones de euros, de los que cerca de un tercio procedían de fuentes comunitarias (subvenciones del propio presupuesto de la RTE-T, junto a recursos del Fondo de Cohesión y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), además de préstamos del Banco Europeo de Inversiones), y el resto de los presupuestos de los Estados Miembros o del sector privado.

El departamento, dirigido entonces por el italiano Antonio Taiani, señalaba además la escasa relevancia con que esta política era percibida por los ciudadanos europeos, y reconocía la posibilidad de que la falta de concreción de que adolecía el concepto de la RTE-T, de carácter fundamentalmente político, hubiese provocado "la dificultad consiguiente de centrar la acción y generar un impacto real y resultados visibles".

La Comisión, que citaba además la influencia de la política de la RTE-T en otros objetivos de dimensión comunitaria más allá del propio sistema de transportes (Agenda de Lisboa, conexión con el resto de Europa y con África, lucha contra el cambio climático), usó dicho Libro Verde para resumir y concretar el estado actual de la situación, y abrió un proceso general de participación como paso previo al proceso legislativo propiamente dicho, formulado a través de 13 preguntas.

Dicho proceso de participación pública se saldó con la recepción, por parte de la Comisión Europea, de más de 300 respuestas de distintas entidades entre el 4 de febrero y el 30 de abril de 2009. Sus aportaciones al proceso de reflexión pueden resumirse en las siguientes aspiraciones:

  • Un sistema de transporte bajo en carbono
  • Cohesión territorial
  • Una herramienta de planificación, y no simplemente un instrumento de financiación
  • Se hace necesaria una metodología clara
  • Optar por una planificación dual, que constituya una red integral -o de conjunto- y al mismo tiempo una red nuclear -de carácter estratégico-. Huir de un esquema que se limite a definir proyectos prioritarios
  • Conectar con países terceros, especialmente con aquellos que pretenden acceder a la Unión
  • Mantener el impulso, completando los proyectos definidos previamente...
  • Pero garantizando al mismo tiempo un mayor compromiso y efectividad de los estados miembros en el desarrollo de la red

Estas aportaciones se sumaron a las obtenidas en el seno de seis grupos de expertos constituidos poco después a propuesta de la Comisión, cuyo trabajo se desarrolló entre noviembre de 2009 y abril de 2010, y que concluyó con la elaboración de otros tantos informes finales en los que se incluían recomendaciones a la comisión.

Metodología para unas directrices duraderas[]

En junio de 2010, y durante las jornadas 'TEN-T Days' celebradas en Zaragoza -con motivo de la presidencia de turno española de la UE, y ya bajo el mandato del comisario europeo Siim Kallas-, la Comisión presentó el resultado del citado proceso de consulta pública[5]. Basándose en él, y en los informes de los seis grupos de expertos [6], formuló una propuesta concreta de metodología para la planificación de la Red Transeuropea de Transportes del futuro, acompañándola además de sugerencias sobre medidas concretas para la implementación de dichos planes.

Esta propuesta de metodología se ha sometido de nuevo a la consideración pública, y cuando sea firme constituirá la base mediante la cual se definirán las directrices de la RTE-T, principios sobre los que se desarrollarán todos los proyectos de infraestructura europeos en las próximas décadas.

Referencias[]


Enlaces externos[]

Dirección General de Movilidad y Transporte de la Comisión Europea

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